Rommel El periodo de entreguerras (1918–1939)
Tras la capitulación alemana de 1918 llegó el Tratado de Versalles, el intento aliado de evitar que Alemania mantuviera la capacidad de alzarse nuevamente en armas. En el entorno militar, nadie dudaba de que antes de la capitulación aún era posible la defensa. Las únicas tropas enemigas que habían pisado suelo alemán desde la fallida ofensiva rusa de 1914 habían sido prisioneros de todas las nacionalidades. El shock que supuso la rendición prácticamente incondicional, unida a la desmovilización forzosa, dejó una gran cantidad de militares resentidos que no tardaron en unirse en masa a los Freikorps.
Ese no fue el caso de Rommel. El plan de desmovilización y reorganización diseñado por su comandante en jefe, el general Hans von Seeckt, redujo en efecto las fuerzas armadas alemanas a unos 100.000 hombres liderados por 4.000 oficiales. Sin embargo, la reducción no fue al azar. Se conservó en activo a todo oficial que hubiera demostrado disciplina, capacidad formativa, valor y decisión en el terreno, ya que ese pequeño ejército de la república de Weimar debía convertirse, en cuanto fuera posible, en el núcleo de mando de un nuevo ejército alemán. El plan secreto de von Seeckt, conocido y aprobado por todos los oficiales que se mantuvieron en el ejército, consistía en producir una sobrecualificación en todo el escalafón: entrenar a todo el personal de forma que pudiera cubrir las responsabilidades correspondientes a un rango por lo menos dos veces superior al que ostentase.
De esa forma, cuando llegara el momento se podría iniciar de nuevo el reclutamiento, ascender a los miembros del ejército preexistente y tener un ejército movilizado de un tamaño muy superior. Rommel era, en ese contexto, el oficial ideal.
Tras ir a buscar a su esposa, enferma y aislada en Danzig tras la entrega del "pasillo" a Polonia, en 1919 recibió el mando de una compañía con la que fue destinado a la cuenca del Ruhr hasta 1921 realizando tareas de mantenimiento del orden.
De ahí fue trasladado al 13º regimiento de infantería, de vuelta en Stuttgart. Ejerció como capitán en el mismo hasta el 1 de octubre de 1929, momento en el que fue destinado como instructor a la Academia de Infantería de Dresde. Durante sus clases en la misma solía emplear los ejemplos que más a mano tenía: sus propias acciones durante la guerra. Desempolvó sus diarios de campaña, con multitud de esbozos y mapas hechos a mano por él mismo, y los empleó en sus clases, repasando cada acción una y otra vez, resaltando los aciertos y los errores, animando a sus alumnos a sacar sus propias conclusiones.
Es bien conocido un incidente en el que, revisando los inicios del Plan Schlieffen en clase, preguntó su opinión sobre cierta parte del mismo a uno de sus alumnos. Cuando el aludido empezó a recitar la respuesta, Rommel le interrumpió, diciéndole "ya sé lo que opinaba el Estado Mayor General al respecto. Le estoy preguntando lo que opina usted".
Siguió como oficial instructor durante cuatro años, hasta que el 31 de enero de 1933 fue ascendido a comandante y puesto al mando del 3er batallón del 17º regimiento de infantería, una unidad de tropas de montaña. Fue al mando de este batallón cuando se produjo el primer contacto entre Hitler y Rommel, incluyendo un conocido encontronazo entre este último y las SS: Durante la Pascua de 1935 Hitler debía presidir un acto castrense en el que el 3er batallón formaría frente al jefe del estado. Rommel recibió aviso de que un pelotón de las SS formaría entre su batallón y Hitler, haciéndose responsables de su seguridad. Lo tomó como un insulto, alegando que si el jefe del estado no se sentía seguro frente a sus propios soldados, no tenía ninguna intención de hacerles formar. Finalmente, tras la intervención personal de Heinrich Himmler y Joseph Goebbels, las SS no formaron y Hitler felicitó a Rommel por el aspecto de su batallón.
El 15 de octubre de 1935, con el rearme alemán funcionando a plena potencia, Rommel es ascendido a teniente coronel y recibe el traslado como instructor a la Academia de Guerra de Potsdam. Es un hecho poco conocido el que durante su época en Potsdam estuvo también temporalmente a cargo de la instrucción de las Juventudes Hitlerianas. Duró poco en el cargo; su jefe directo, Walter von Schirach, pretendía una militarización de la organización, a la que Rommel se negaba. Argumentaba que el objetivo debía ser más educativo, persiguiendo más la forja del carácter que la consecución de unas habilidades militares. Al recibir la negativa de Schirach, le indicó ácidamente que si tanto deseaba entrenar soldados, debería empezar por convertirse él mismo en uno. A los pocos días, Rommel era relevado de su cargo como instructor jefe de la Hitlerjügend, como ya se esperaba.
En 1937 recoge sus memorias y los apuntes de sus batallas discutidas en sus clases y publica el único libro que escribió en vida: Infanterie Greift An (La infantería ataca). Pronto se repitieron las ediciones, se tradujo a varios idiomas y se convirtió en manual de lectura obligatoria en varias academias militares de todo el mundo. Pero el lector más influyente sobre el destino de su autor fue, sin duda, el propio Hitler. Fue ascendido a coronel después de la publicación del libro. El 9 de noviembre de 1938, al finalizar su turno de tres años como instructor en Potsdam, recibió el cargo de director de la Academia de Guerra de Wiener Neustadt. Sin embargo, Hitler le seleccionó poco después para dirigir el Führerbegleitbataillon, el batallón de la guardia personal de Hitler, con la misión de escoltar al Jefe del Estado. A raíz de su nuevo nombramiento, Rommel pasaría a tener un trato casi diario con Hitler.
El 23 de agosto de 1939, Rommel es ascendido a general y destinado al cuartel general del Führer como jefe de seguridad.