jueves, 24 de enero de 2019

La Herencia del 6° Ejército.

La Herencia del 6° Ejército.
Tomado de Derrota Mundial por Salvador Borrego.



Al desaparecer el 6º Ejército en "donde nunca se alzará una cruz ni un cenotafio a su memoria", dejó una herencia de incalculable valor a sus compañeros. Los 71 días que resistió bajo el sitio de nueve ejércitos soviéticos, sirvieron para improvisar nuevas líneas en todo el sector sur del frente alemán. Dos ejércitos rumanos se habían desplomado en diciembre al primer impacto de la ofensiva bolchevique; un ejército italiano huyó en seguida al rumor de que en su sector también atacarían los rusos, y días más tarde el ejército húngaro hizo lo mismo. Esto había abierto boquetes de cientos de kilómetros en el sector sur y sólo el 6º Ejército quedó en Stalingrado sirviendo de rompeolas durante 71 días. Al extinguirse ese ejército el primero de febrero, 341 unidades soviéticas (un equivalente de 220 divisiones) pudieron embestir sobre 32 divisiones alemanas desde el norte de Karkov hasta el área de Rostov, en una extensión de 700 kilómetros. 

La superioridad de los rusos era de 7 a 1. Sin embargo, su abrumadora infantería había descendido sensiblemente en calidad, aunque seguía soportando enormes sacrificios, y su artillería era relativamente débil, después de las enormes pérdidas padecidas en 1941 y 1942, que ascendieron a más de 40 mil cañones. De todas maneras, la situación del sector sur era extraordinariamente comprometida. Sobre el 4º ejército blindado alemán, del general Hoth, cayeron a principios de febrero los ejércitos rusos 44, 58, 51 y 2º de la guardia. Sereno y audaz, Hoth llevaba tanques de una a otra ala, en golpes de sorpresa, y frustraba las maniobras de cerco, a la vez que lentamente retrocedía. Con el cambio fulgurante del centro de gravedad de sus golpes defensivos multiplicaba su contundencia. Así pudo salvarse y a la vez cubrió la retaguardia del primer ejército blindado de Von Kleist que se retiraba del Cáucaso. Durante todo febrero el sector sur del frente alemán fue una tela de araña frecuentemente hendida. 

Las 32 divisiones que lo defendían desplegaron movilidad extraordinaria para pegar hoy en un sitio y mañana en otro, dando así la impresión de una fuerza numérica inexistente. El 17 de febrero Hitler se trasladó a ese crítico frente. Llegó, a Saporoshje y ofreció a Von Manstein hacer todo lo posible por enviarle refuerzos. Los bolcheviques se hallaban a 60 km y de haber sabido la presencia de Hitler podían haber irrumpido hasta ahí en pocas horas. La guarnición alemana era muy débil y el grupo que rodeaba al Führer vivió días de zozobra. Poco después llegaron reemplazos para algunas de las más diezmadas divisiones, así como un Cuerpo de Tanques de las SS, íbamos a ver —dice Von Manstein— si aún podíamos pisotear la derrota, como dijera Schlieffen. Y en efecto, la derrota sufrida en Stalingrado fue pisoteada más tarde cuando los soviéticos trataron de recuperar la rica cuenca del Donetz y toda Ucrania. Los ejércitos blindados 4º y 1º de Hoth y de Von Kleist, se combinaron para golpear a los vencedores de Stalingrado. 



En varios cercos aniquilaron 5 cuerpos de tanques, un cuerpo de caballería y 7 divisiones, e infligieron bajas paralizantes a otros 2 cuerpos de tanques y a 6 divisiones.

En esa batalla de pequeños cercos se inhumaron 35,000 muertos soviéticos y se capturaron 676 tanques, 648 cañones y 600 vehículos. En comparación con los contingentes derrotados el número de prisioneros fue bajo, o sea de 10,000, debido a que por la noche el frío obligaba a los sitiadores a concentrarse en las aldeas y quedaban brechas por donde los rusos podían escurrirse.

Después de ese triunfo en las zonas de Krasnogrado y del Donetz, el Cuerpo de Tanques SS compuesto por las divisiones blindadas "Leibstandarte Adolfo Hitler", "Das Reich" y "Totenkopf", ardía en deseos de venganza por lo de Stalingrado y trataba de avalanzarse sobre los soviéticos que habían ocupado la gran ciudad industrial de Karkov. Las tres divisiones selectas tuvieron que ser frenadas para ahorrar bajas y luego se combinó su ataque con el 4º ejército de Hoth. Los soviéticos fueron nuevamente derrotados y perdieron Karkov el 14 de marzo. Con este golpe la iniciativa en todo el sector sur volvía a manos alemanas. "Se le torció el cuello a la derrota —dice Von Manstein—, debido a las valerosas divisiones de infantería que supieron mantenerse en todo momento con gallarda entereza frente a la intimidante superioridad enemiga, y a que tuvieron el coraje suficiente para cerrar nuevamente las filas detrás de las potentes filtraciones de tanques rojos hasta dejarlos aislados y hacer posible su aniquilamiento".

El sacrificio del 6º ejército no había sido inútil; en sus 137 días de lucha (71 de ellos sitiado) aminoró la fuerza de la ofensiva soviética y dio tiempo a que se hicieran suturas en el destrozado sector sur del frente alemán, que volvió a estabilizarse.

Stalin se quejó entonces de que su ofensiva no había explotado su triunfo en Stalingrado (recuperando Ucrania, como era su plan), porque los angloamericanos no distraían más tropas alemanas en el occidente de Europa. Para ese entonces aproximadamente cuatro millones de alemanes hacían frente a los ataques aéreos, terrestres o navales de los contingentes de Roosevelt y Churchill, o se encontraban de guarnición en puntos amenazados.

Los logros del Ejército Rojo se hallaban condicionados —como lo siguieron estando durante toda la guerra— al hecho de que no se le enfrentara íntegramente el Ejército Alemán. La dispersión de las fuerzas germanas en diversos frentes era una condición imprescindible que reclamaban todos sus opositores. Y es que en rigor se trataba de un ejército invencible por cualquier otro ejército; para combatirlo se requerían combinaciones mundiales de ejércitos.